. . . porque para seriedad, ya
tienes suficiente como para llenar todas las probetas del laboratorio de
química, aquel que hago llamar a tus espaldas: tu abarrotado garaje. Es más,
dudo que haga falta que te dé mi seriedad, o al menos la poca que me queda,
probablemente la pondrías a hervir junto con mis otras cualidades las cuales te
gustan, más bien poco. O más bien mucho. Todo es posible.
Hervirían como lo haría un huevo
cocido, provocando tal tormenta que el ciclón ácido de nuestra saliva terminaría
descolocándonos los lunares.
Y las costillas también.
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No seas tímido/a y dime sin pelos en la lengua lo que te han hecho sentir éstas palabras. Si no tendré que depilarte la lengua [con cera caliente]. Tú mismo/a.